¿Cómo harán los otros para vivir en esta elástica reclusión sin un dolor bajo el bazo? ¿no les pesa acaso los hombros el cuello de tanto sostener los delirios cada noche? ¿no les estalla el aire en los pulmones cuando se asoman a la ventana? Cuando caminan calle abajo ¿no sienten acaso un frío mordiéndoles las piernas? ¿Cómo harán para despertar cada día abrir los ojos ser el mismo y no sentir que han caído en un sueño más profundo? Bienaventurados los sedientos los que apagan su fe con gárgaras de infinito.
Libros, arte y poesía