En un despliegue ejemplar de lógica formal, Platón evidencia en el Ión su concepción crítica de la poesía. Utiliza para ello la figura del rapsoda — un pregonero o declamador de los grandes poemas épicos— quien, al encuentro con el mismo Sócrates, entabla un diálogo ficticio que en el fondo esconde una posición marcada sobre las artes y las ciencias. ¿Cuál era la intención del autor en contraponer a ambos personajes? Sin duda, porque cada uno encarnaba a los máximos representantes de las disciplinas que entraban en conflicto: la filosofía y lo que para Platón significaba la poesía. Tras halagar a Ión por haber ocupado el primer puesto en un concurso de rapsodas, el personaje de Sócrates le formula una sencilla pero engañosa petición: «…solo quiero que me digas si tu habilidad se limita a la inteligencia de Homero o si se extiende igualmente a la de Hesíodo y Arquíloco». Ante cuya decepcionante respuesta, el ateniense sentencia: «Es evidente, que tú no eres capaz de hablar sobre Homer
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