Hubo días en que pasé hambre y llenaba las vísceras con manantiales de lavatorio a veces para engañarme me decía que era martes y no viernes ahí están como evidencias los poemas heroicos en los baños públicos el pavor secreto de las plazas soleadas. Desde el hotel Helvetia me asomaba a diario como un misántropo a otear los cascos acerados de la estación Júlio Prestes. Algo debió nacer o morir ahí en esos lentos atardeceres un retazo de mi voz de mi sombra me avergüenza un poco ahora pero por fortuna no hay testigos de mi cuerpo desolado.
Libros, arte y poesía